El presente trabajo desarrolla el proceso de pensamiento que ha conducido a la materialización del objeto arquitectónico.
Como premisa inalterable se encuentra el agua, elemento que se plantea como telón de fondo para el resto de ejercicios del curso.
En este caso, se trata de trabajar con el agua del BAÑO, entendido como un acto de crecimiento personal, sin pasar por alto el significado ancestral de limpieza y purificación que ha tenido en la historia y que aún tiene en muchas culturas.
Después de las primeras reflexiones a cerca del acto de bañarse fueron surgiendo las ideas proyectuales, cuya primera materialización se expresa en la primera maqueta: AGUA CONSTRUIDA
En esta primera aproximación, se meditó sobre la definición que hace el arquitecto Miguel Fisac sobre LA ARQUITECTURA: "...una porción de aire Humanizado"
En este caso, el medio en el que el hombre desarrolla su actividad no es aire sino agua. A pesar de ello, la intención arquitectónica sigue siendo humanizar el medio donde habita el hombre, esto es, reducir o eliminar el carácter hostil que éste pueda tener en su estado natural.
En este caso se plantea una actuación sobre una lámina de agua artificial, donde se insertan una serie de cubiculos que albergan agua controlada, agua tratada. Y sobretodo aparece un suelo donde no se espera: en el centro de la laguna. Sin embargo la percepción que se tiene del paisaje permanece inalterada. "...una porción de AGUA HUMANIZADA"
En este punto, y tras los intercambios de opiniones en clase, se toman una serie de decisiones y se potencian algunas ideas preestablecidas:
- El lugar de emplazamiento será una gran superficie de agua. En un punto impreciso, alejado significativamente de la orilla.
- Una orilla inesperada que aparece en un extraño lugar para calmar la inquietud acosante.
En esta secuencia de imagenes y croquis se muestra el leitmotiv del proyecto:
La visión de la orilla serena....
Un elemento distorsionador de la armonia reinante despierta la CURIOSIDAD del espectador.
Llegados a este punto del proceso, con una imagen difusa en la cabeza fruto de estas decisiones adoptadas, aparece el verdadero desencadenante de este trabajo: LA CURIOSIDAD ANTE LO EXTRAÑO y un instintivo y personal impulso hacia el enigmático lugar que a penas alcanzo a imaginar.
Aqui se desarrolla otra pequeña reflexión sobre este VACIO mencionado y que tanta atracción me provoca.
Una pequeña reflexión sin fundamento científico.
Al principio de la evolución humana, el mono habita las copas de los árboles sin necesidad de adentrarse en el mundo terrestre, todas sus necesidades quedan cubiertas en las alturas. Así ocurrió hasta que en un individuo del grupo surgió un extraño VACÍO interior, algo que no podía satisfacer desde el árbol… CURIOSIDAD. Curiosidad de conocer el universo terrenal que se expandía bajo sus pies. Esta nueva experiencia le obligó a vencer sus miedos ancestrales para poder adentrarse en un mundo desconocido y sin garantías de nada.
Una decisión de este tipo exigía una complejidad mental y emocional que no era propia de su especie y que, una vez tomada, le separaría aún más de sus semejantes, hasta el punto, que una vez dentro de este medio extraño, con la mirada puesta en un horizonte nuevo y cambiante, ya no regresaría nunca a las copas. Esta nueva necesidad de conocer lo extraño transformaría, no sólo su mente, sino también su cuerpo. Sería el desencadenante evolutivo que daría lugar a una nueva especie, el ser humano. Cuya principal diferencia con el resto de seres vivos es la capacidad de vencer obstáculos, de buscar sus propios límites, movido por emociones de rango superior a los instintos. Emociones que alcanzan su mayor expresión en el desarrollo de las artes.
Tras esta pequeña reflexión, resulta interesante observar cómo el medio es capaz de transformar al individuo, siempre que éste esté dispuesto a adaptarse, a vencer la comodidad cotidiana.
En este avance personal, el hombre va complejizando sus necesidades emocionales y observa que el medio es un condicionante imprescindible para el sentido emotivo. Lo que experimenta ante la contemplación de un paisaje cambia si éste lo hace. Así, ante una amplia extensión de agua en calma, el hombre serena su ánimo, y experimenta una agradable paz interior. Si se dan las circunstancias y opta por la zambullida, el sosiego y relax envuelven su ánimo.
Pero este cúmulo de agradables sensaciones puede transformarse en inquietud si el individuo avanza y se aleja de la orilla. La incertidumbre se apodera de su ánimo, y a medida que aumenta la distancia a su mundo conocido, lo hace también el espanto de saberse indefenso en un medio que no domina. Ahora se halla en el lugar cuya contemplación desde la orilla le provocaba serenidad, sin embargo, tras la aparente calma, su ánimo se excita de temor, miedo incierto bajos sus pies.
Es en este punto donde toma forma el objeto arquitectónico que aquí se plantea: un inesperado sustento equilibra la balanza de su ánimo, ahora, en el momento de máxima tensión, emerge una orilla casual del lugar menos esperado. Un premio a la curiosidad y al valor que vence los miedos y hace crecer al hombre.
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